jueves, 4 de junio de 2009

Lástima que no seamos capaces de crear una conciencia ciudadana para que todo el mundo desee votar. ¡Y decidir el destino de Europa que es el nuestro!

TRIBUNA: FELIPE GONZÁLEZ
Por Europa
FELIPE GONZÁLEZ 04/06/2009

Siempre pensé que el destino de España era integrarse en lo que hoy, tras el Tratado que negociamos hace 20 años, llamamos la Unión Europea. Era y soy un europeo europeísta, que es algo que trasciende a determinadas posiciones ideológicas, pero que impregna a la inmensa mayoría de la corriente socialdemócrata de Europa. Porque europeos somos todos, pero europeístas somos menos, incluso parece que cada vez menos.

Se decide si la mayoría del Parlamento es europeísta o favorable a menos Unión y más nacionalismo ¿Cómo mantenemos la ceguera localista en el debate?
Nosotros, los españoles, somos europeos con los mismos derechos y obligaciones que los demás componentes de la Unión desde el 1 de enero de 1986, cuando nos integramos en la entonces Comunidad Europea. Dentro de nuestro país, el impulso integrador fue muy amplio, aunque parece que estemos perdiéndolo cuando más lo necesitamos.
Europeístas son los europeos que creen en la Unión Europea como un espacio público compartido por los países integrantes. Algo más, con ser importante, que espacio de mercado único o incluso que una moneda única. Ese algo que nos permita avanzar hacia una forma de ciudadanía compartida, compatible con las de cada Estado-nación.
Si esto era así, cuando pugnábamos por dejar de ser los súbditos de una dictadura que nos alejaba del destino común con la Europa de las libertades y de la justicia social, lo debería ser más ahora, contra la corriente de los nacionalismos conservadores y antieuropeístas que parecen dominar el escenario, frenando la construcción de una Europa capaz de enfrentar unida los grandes desafíos de la globalización.
Por eso, el compromiso de entonces, que me llevó a luchar para romper las barreras que nos separaban y a ser de los más activos en la construcción de una Europa más integrada, más solidaria, más política, más relevante para sus ciudadanos y para el mundo, se ha reforzado hoy ante la crisis y la recesión mundial que estamos viviendo. Se ha reforzado desde el conocimiento racional de los desafíos globales que enfrentamos. Con Europa podemos hacer cosas relevantes, sin Europa seremos insignificantes en la situación mundial. Esto vale para nosotros, pero también para los demás países de la Unión, grandes, medianos y pequeños.
Por eso participo en la campaña electoral para el Parlamento Europeo, explicando su importancia, velada por un griterío sin sentido, cargado de lugares comunes y de demagogia localista.
Seguimos viendo a Europa como algo ajeno y distante, no como algo nuestro, que condiciona nuestro destino, para lo bueno si se hacen las cosas que deben hacerse, o para lo malo, si se renuncia a utilizar el único gran
instrumento que tenemos frente a la crisis financiera global, frente a la recesión mundial, o ante los desafíos como la energía y el cambio climático, como el paso de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento a la que tendrá que adaptarse nuestra cohesión social. O para afrontar problemas y necesidades como la regulación de los flujos migratorios. O para enfrentarse al reto de la criminalidad organizada y del terrorismo internacional.

(...)

El voto importa, para enfocar la salida de la crisis, para conseguir un Parlamento capaz de hacer propuestas de diálogo social, económico y político que nos acerquen a los pactos que necesitamos en las materias que he mencionado.
Lástima que no seamos capaces de crear una conciencia ciudadana para que todo el mundo desee votar. ¡Y decidir el destino de Europa que es el nuestro!

Felipe González es ex presidente del Gobierno español.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Europa/elpepunac/20090604elpepiopi_4/Tes

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