Yo tengo una opinión muy clara acerca de las cenas promocionales del Ayuntamiento de Torremolinos, es muy parecida a la que tengo acerca de la participación en Fitur y su política turística en general: no sirven para nada, son casposas y carísimas.
Puede parecer un poco exagerado, pero es que todos los años lo mismo: cenas, pescaíto y folclóricas. Hasta ahí la promoción de Torremolinos. Este mes, el Ayuntamiento va a gastar ni más ni menos que 63.000€ en dos cenas: en Vitoria y Bilbao este fin de semana con el objetivo de atraer turismo.
Así no se puede promocionar un municipio como el nuestro. Tengo el gusto de vivir en Torremolinos, en La Costa del Sol, el máximo exponente del turismo en España y Europa, el lugar a donde siempre venían los turistas europeos, las playas siempre estaban a rebosar, los chiringuitos a tope… Y digo venían, porque cada vez hay menos.
En el mes de octubre, los chiringuitos de La Carihuela cierran a las siete de la tarde, los pocos que aguantan abiertos, no tienen clientes. Lo nunca visto en Torremolinos, y el señor alcalde niega que estamos perdiendo turismo, que Torremolinos no es lo que era hace unos años, que del Torremolinos Vivo de los años 60, 70, 80, no queda nada.
No vamos a ferias internacionales: la ITB de Berlín o la World Travel Market de Londres. No nos promocionamos en el extranjero, no estamos allí donde hay agentes turísticos y turistas con ganas de viajar. Y si no estamos en estos sitios, ¿qué visitantes podemos esperar?
¿Por qué hemos quedado relegados a un municipio donde la mayoría del turismo solo viene a dormir, a un turismo de ‘todo incluido’, un turismo que no viene a conocer Torremolinos?
Los chiringuitos, las playas, los restaurantes, el paseo marítimo, el centro, todo se ha resentido, la gente que viene, pasea pero no consume. Comen y cenan en los hoteles, o simplemente pasan por aquí para ir a otros sitios.
El alcalde se congratula de tener un alto índice de visitantes, sin reconocer que esos visitantes no están repercutiendo en la economía de los torremolinenses. ¿Y qué hace él? Regala pescaíto frito.
Torremolinos tiene tanto que ofrecer, tiene tantas posibilidades, pero este ayuntamiento se conforma con lo que nos llega de rebote, sin intentar atraer a todos esos turistas que hemos perdido en estos años. No escucha, no aprende, no innova, no busca. No intenta recuperar el esplendor de Torremolinos, porque en el fondo, le da igual. Pero a mi no me da igual, a mi me importa, yo quiero más, si este es su Nuevo Torremolinos, yo prefiero el viejo, del que me hablan los que lo vivieron, el que disfrutó la generación de mis padres, el que vemos en los reportajes y en los libros. El Torremolinos que nunca dormía.
Por desgracia, él no opina igual y esta es la política y la gestión turística de este alcalde, el hombre que ha llevado al epicentro del turismo europeo a ser un triste y gris Torremolinos, a su imagen y semejanza, en el que ya no hay síntomas de haber sido lo que fue, un Torremolinos del que solo queda el nombre, de lo demás, ni rastro.
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